Sin ecos: Capítulo III
19:35:00
Sin
ecos
CAPITULO
III
Recuerdos y caminos
– Bajen!! – retumbaba la orden en los oídos de
Amelia.
Sin querer se puso a temblar,
había un extraño presentimiento acechando, se transporto a esa tarde en su
bello jardín junto a su fuente querida. A la suave brisa que olía a florecillas
recién mojadas por la lluvia.
De golpe el zapateo
impertinente de su caballo la trajo de vuelta a la realidad, Amelia pudo
escuchar pasos de varias personas en pesadas botas y rumores detrás de ellas.
Por fin Louise la tomó del brazo mientras le susurraba:
–
Son 4 soldados, aunque parecen algo maltratados,
llevan las casacas azules – Amelia tembló al escuchar esta última palabra –
¿azules? – repitió .
¡Revolucionarios! Se escuchaban
noticias atroces sobre los métodos de los soldados de la libertad, la mayoría muy
pobres para vestir uniformes, algunos ladrones o ex convictos, peligrosos,
según contaba su padre. Ahora peor que antes, Amelia estaba nerviosa, esperaba
que los hombres de azul no estuvieran buscando dinero para su causa, ella no
llevaba nada de valor real.
Mientras Las dos jóvenes
aguardaban debajo de un viejo árbol, un
muchacho de apenas 16 años se acercaba al mayor de los uniformados y le
pedía permiso para desenganchar los dos
caballos del coche. François, iba apresurado a cumplir las órdenes, era un
joven entusiasta de sus ideales, como todo joven, a pesar de su edad pesaban en
él duros golpes y crudas experiencias, su mirada de ojos verdes se había
endurecido al ver miseria, hambre, enfermedades y muerte, alrededor. Tenía una
quijada fuerte donde apenas asomaba una barba castaña, cabellos ensortijados,
algo maltratados por el camino, y una mueca severa que seguramente hubiera
asustado a la dulce Amelia si la hubiera visto.
Louise, que estaba jugueteando con un rizo de cabello
de su amiga, se levantó sobresaltada al ver que pretendían llevarse sus
caballos, sabía muy bien la vivaz joven que no podrían llegar a Paris sin ellos
y tampoco retornar, corrían peligro de toparse con asaltantes o algo peor. Tomo
una rama que encontró en su camino y unas cuantas piedras y empezó a golpear a los
hombres, peleaba con todas sus fuerzas, sin medir las consecuencias de su
ímpetu.
Reaccionó muy tarde cuando se
dio cuenta que tres de los cuatro hombres la perseguían, dos de ellos iban con
pistolas y uno, el que parecía su líder tenía un mosquete, pesado y viejo. Louise
corrió lo más rápido que podía, mientras gritaba para que Amelia se mueva del
lugar donde la había dejado.
Antes de que Amelia pudiera darse cuenta de nada, escucho
un golpe seco, sintió helado del corazón, percibía un olor intenso a pólvora y
muchos gritos, apenas pudo pararse y correr, escucho a lo lejos que Louise
decía que mataron al cochero. Amelia sentía un peso horrible en las piernas,
una opresión helada en el corazón, daba todo por saber hacía donde correr, por
estar en brazos de su padre; por sentarse a los pies de su madre, mientras las
señoras mayores bordaban y ella jugaba con un cofre de pequeños tesoros que
rescataba del jardín; por correr a lado de la querida Louise en busca de
manzanas en la huerta, por sonreír cada vez que sacudían un árbol y el aire se
llenaba del olor a manzanas y canela; por sentarse al pie de su ventana
favorita, aquella en la que soñaba ver un día a un alto joven con una sencilla
florecilla en la mano buscándola para dar un paseo.
Amelia ya no pudo añorar más
cayó al suelo, sintió debajo de sus manos tierra mojada, algunas hojas secas.
Calmo lo más que pudo su respiración para escuchar lo que ocurría alrededor.
Nada; silencio, penumbra, solo
su corazón que no dejaba de latir, acelerado, desbocado. Temblorosa trataba de ponerse
de pie, encontró un tronco seco donde al fin pudo apoyarse, se quito sus bellas
zapatillas blancas, sacudió sus manos llenas de tierra, y se quedo allí con la cabeza apoyada en el viejo árbol ,
sintiendo el aire pesado, rogando por escuchar la voz de Loiuse.
……………………………….
Amelia no sabía cuánto tiempo
había pasado, se perdió en sus pensamientos una vez más. Empezó a sentir frio y
pronto cayeron pequeñas gotitas de lluvia en su suave rostro. Tenía que hacer
algo, no podía quedarse esperando, tendría que busca a su amiga. Empezó a
caminar por el que parecía ser un bosque buscando un sendero, extendía sus
brazos para evitar caer de nuevo, nunca le había pesado tanto el no poder ver
como en este momento. Caminó un largo trecho hasta que encontró una enorme
piedra en el camino, decidió sentarse un momento para descansar.
Recién analizaba su situación y
parecía todo tan difícil. Como iba a encontrar el sendero, tal vez era mejor
regresar a donde estaba, tal vez la estaban buscando, y su pequeña Lousie,
donde estaba ahora, estaba llena de preguntas y miedos. Nunca se había
enfrentado a una decisión como esta, pero no era momento de dudas, ahora tenía
que ser fuerte y buscar una solución.
Decidida se puso de pie para
continuar su camino, rogando para encontrar pronto el sendero. Pronto sintió el
aroma agresivo de la pólvora borrándose en la llovizna, su corazón dio un
brinco estaba en el lugar correcto.
Sintió que bajo sus pies
aparecían pequeñas piedras, estaba ya en la camino, ahora se esforzó todo lo
que pudo para recordar a qué lado dirigirse. Su vestido estaba empapado así que
lo sostuvo con una mano para que no la incomode y extendía la otra para no
caer.
De golpe su blanca mano toco algo,
no era un árbol, parecía una persona, asustada elevó el rostro.
-¿Lousie? – llamo con voz
temblorosa.
- No – contestó una voz varonil
y seria. – Mi nombre es François, ¿está usted perdida? Si gusta puedo
acompañarla a su destino.
Destino, repitió Amelia, había
escuchado ese nombre y esa voz antes, era uno de los hombres que las
detuvieron.
Amelia cerró los ojos para
evitar que una lágrima escapara junto con un grito.
CONTINUARA…
CONTINUARA…
2 comentarios
Hola guapaaa! Me gusta la trama de la historia eh? Se va enredando la cosa en un hilo de misterio ^^
ResponderEliminarA ver cómo acaba :O qué intriga!
Un besazo preciosa!!! Sigue así!!! ^^
Hola! Pues como me acaba de llegar éste capítulo sólo, los he copiado los tres para leermelos con calma en casa, saludos!
ResponderEliminarGracias por escribirme, tus opiniones son muy importantes para este blog